
Dieta mediterránea durante el embarazo y su relación con alergias infantiles
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Un estudio realizado en Grecia ha abierto una nueva perspectiva sobre cómo la alimentación de las madres durante el embarazo y la lactancia podría influir en la aparición de alergias alimentarias en sus hijos. La investigación se centró en evaluar los efectos inmunoprotectores de los alimentos más comunes en la dieta mediterránea, un patrón nutricional arraigado en esa región.
El trabajo partía de la base de que la nutrición que se recibe en el útero y durante los primeros meses de vida tiene un potencial significativo para apoyar o dificultar un desarrollo saludable, con un impacto particular en la maduración del sistema inmunológico del feto.
Los investigadores se propusieron examinar la correlación entre las alergias alimentarias infantiles y el consumo materno de alimentos específicos como lácteos, frutas, verduras, carnes rojas y pescado.
Para ello, realizaron un análisis retrospectivo de datos existentes de 430 parejas de madres e hijos. Del total, 336 eran madres de niños con alergias alimentarias diagnosticadas, mientras que las 94 restantes formaban el grupo de control, con hijos sanos. Cada madre completó un cuestionario al inicio del estudio y otro cuando sus hijos tenían entre 24 y 36 meses de edad. En estos formularios, estimaron su consumo semanal de once grupos de alimentos fundamentales en la dieta mediterránea: carnes rojas, verduras, cereales sin refinar, patatas, frutas, legumbres, pescado, aves de corral, productos lácteos enteros, aceite de oliva y bebidas alcohólicas.
Los resultados del análisis mostraron que las madres que habían seguido más de cerca una dieta mediterránea tradicional durante el embarazo y la lactancia estaban asociadas con mejores resultados de salud en sus hijos. La investigación identificó que los beneficios no se distribuían de manera uniforme entre todos los alimentos. En concreto, se encontró que las madres que reportaron un consumo semanal aumentado de frutas y productos lácteos enteros durante el embarazo, y de verduras durante la lactancia, presentaban el vínculo más fuerte con una reducción en la probabilidad de que sus hijos desarrollaran alergias alimentarias.
Según los parámetros del estudio, un consumo alto de estos componentes beneficiosos se consideró superior a las 15 porciones semanales de lácteos enteros, más de 8 porciones de fruta y más de 12 porciones de verduras.
Sin embargo, el estudio también reveló un matriz inesperado. Por otro lado, las madres que declararon una ingesta mayor de carnes rojas y aves de corral, definida como más de tres porciones a la semana, o de pescado, más de una porción semanal, durante esas mismas etapas cruciales del desarrollo fetal, mostraron una asociación con un aumento en las probabilidades de que su descendencia tuviera alergias alimentarias.
Estos hallazgos indican que, aunque algunos componentes de la dieta mediterránea están vinculados a una mejor inmunidad infantil y a un menor riesgo de alergias, otros podrían tener el efecto contrario. Los autores del estudio escribieron: "Los resultados del estudio sugieren que enfatizar grupos de alimentos específicos en la dieta mediterránea puede mejorar sus efectos protectores contra las alergias".
Los investigadores reconocen las limitaciones de su trabajo. El análisis se ve limitado tanto por el tamaño de la muestra de participantes como por la dependencia de la memoria de las madres respecto a sus elecciones dietéticas durante unos periodos que ya habían pasado. Además, el estudio presenta una desproporción en el ratio de individuos de control, 94 frente a 336, y utiliza una descripción muy generalizada de los componentes de la dieta mediterránea.
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