
Cuéntales cómo jugábamos
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Para tus niños, conocer cómo eran los juegos y juguetes de sus abuelos y sus padres puede generar sorpresa y quizás curiosidad. Seguro que pasan una tarde divertida buscando en armarios, desvanes o garajes los viejos juguetes de la familia... o acudiendo a tiendas o museos especializados. Hoy que unas pantallas parecen concentrar todo el entretenimiento infantil, les resultará sorprendente la variedad que manejábamos nosotros.
En los patios de recreo de los años setenta, ochenta y noventa, el sonido metálico de un trompo al girar sobre el suelo era tan común como el rumor de las conversaciones infantiles. Según el sitio especializado Central Nostalgia Popular Culture, este objeto formado por una pieza de madera o plástico y una cuerda no era solo un juguete, sino también una competencia que medía la destreza entre amigos. Los niños desarrollaban técnicas particulares para lanzarlo y hacerlo bailar el mayor tiempo posible.
En esa misma época, el yo-yo representaba otro artefacto que requería habilidad manual. Un pequeño disco unido a una cuerda que descendía y ascendía en movimientos sucesivos. Quienes dominaban su manejo podían realizar trucos que capturaban la atención de sus compañeros. Aunque todavía se comercializa, ha perdido el lugar protagónico que alguna vez tuvo en los momentos de esparcimiento.
Entre las innovaciones que maravillaron a esas generaciones se encontraba el View-Master. Este dispositivo ofrecía una experiencia visual única: la sensación de observar fotografías en tres dimensiones.
Pequeños discos con imágenes se insertaban en el visor, haciendo que escenarios y personajes ganaran profundidad de manera mágica. Frente a la realidad virtual digital actual, este artefacto parece haberse convertido en pieza de colección.
Los salones recreativos tenían su propio rey: las máquinas de flippers, también conocidas como pinball. Estos aparatos llenaban cafés y bares con luces destellantes y sonidos metálicos. El objetivo era aparentemente simple: evitar que la bola cayera mediante el uso de paletas accionadas por botones. Para muchos, estas máquinas fueron testigos de tardes enteras dedicadas al desafío y la diversión.
En un formato más delicado pero igualmente apreciado, las muñecas de papel permitían desarrollar la creatividad e inventar historias. Figuras recortables acompañadas de vestidos y accesorios que se sujetaban mediante lengüetas de papel. Aunque el material podía rasgarse con facilidad, esto nunca representó un obstáculo para la imaginación infantil.
Antes de la proliferación de consolas y teléfonos inteligentes, una generación creció fascinada por los juegos electrónicos portátiles. Pequeños dispositivos con pantallas monocromáticas ofrecían horas de entretenimiento con títulos como Tetris o carreras simples. Sus gráficos rudimentarios y sonidos básicos resultaban suficientes para amenizar largos viajes.
Otro ejemplo de ingenio mecánico lo constituían los juguetes de cuerda. Basta girar una llave para observar cómo muñecos o animales de hojalata cobraban movimiento mediante mecanismos simples. Estos juguetes generaban momentos de asombro y risas, demostrando que la diversión no requería necesariamente complejas tecnologías.
Todos estos objetos, según las mismas fuentes consultadas, hoy poseen más valor como memoria que como juguetes. Para quienes los vivieron, conservan el recuerdo de una infancia construida con gestos simples y mucha imaginación. Para las generaciones más jóvenes, se asemejan a reliquias de un tiempo que ya no volverá.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Georg Peter Landsiedel
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