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Cómo responden padres al problema de los cuidados infantiles

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Una encuesta reciente reveló que lo que más valoran los padres al elegir el cuidado de sus hijos no es el costo ni la cercanía del lugar, sino la confianza. El estudio, desarrollado por el RAPID Survey Project del Centro de Primera Infancia de Stanford, subraya que un número significativo de familias ante la dificultad de encontrar ayuda externa para cuidar a los pequeños cuando trabajamos o estamos fuera de casa y su alto costo, opta por dejar a sus hijos al cuidado de familiares, amigos o vecinos, en lugar de inscribirlos en centros formales. De los más de 700 participantes, cerca del 40 % reportó utilizar esta red informal conocida como FFN (familia, amigos y vecinos), ya sea de manera remunerada o no.

Philip Fisher, director del centro de Stanford que lideró la investigación, explicó que este tipo de elección responde a una necesidad de seguridad y cercanía emocional más que a un análisis sobre conocimientos en desarrollo infantil. “No estamos viendo que el conocimiento sobre el desarrollo infantil sea el asunto más importante, sino que hay cuestiones de conveniencia, confianza y nivel de comodidad”, señaló. Según Fisher, esta preferencia por entornos conocidos muchas veces desplaza a los centros de cuidado tradicionales. “Necesitamos políticas que respalden todas las formas de cuidado, y escuchar a las familias para saber cuáles son sus necesidades reales”, agregó.

Sin embargo, el problema radica en que la mayoría de las leyes y políticas públicas han estado orientadas casi exclusivamente a los centros de cuidado con licencia, dejando a los entornos más informales en una situación de invisibilidad normativa. La pandemia de COVID-19 evidenció lo crucial que puede ser el cuidado infantil para el funcionamiento de las familias y la economía, pero desde entonces poco ha cambiado en el enfoque regulatorio federal. Natalie Renew, directora de Home Grown, una iniciativa nacional que apoya el cuidado infantil basado en el hogar, sostiene que este sector ha sido sistemáticamente ignorado. “Muchas veces queda completamente excluido o es una ocurrencia tardía”, dijo, refiriéndose a las políticas centradas en centros con licencia. “Esto ocurre cuando estamos hablando de una de las formas más comunes de cuidado infantil, que las familias realmente usan para satisfacer sus necesidades”.

La falta de apoyo a estas redes de cuidado familiar también se suma a la crisis estructural del sector de educación infantil. Fisher advierte sobre un mercado en deterioro. “El aumento en la precariedad… es un problema, lo veo en niveles epidémicos”, afirmó. Los bajos salarios y la escasa estabilidad están llevando a muchos educadores a abandonar el rubro, lo que repercute tanto en la calidad como en la disponibilidad del servicio. En zonas rurales, el escenario es aún más difícil. Padres encuestados relataron la necesidad de conducir largas distancias o de asegurar una plaza para sus hijos cuando apenas estaban en las primeras semanas de embarazo. “Si hubiéramos esperado un poco más, no habríamos conseguido lugar”, dijo una madre de Carolina del Sur.

El debate sobre cómo regular y fortalecer las redes de cuidado familiar sin caer en la desregulación total también ha generado tensiones. Renew advierte sobre la confusión entre el cuidado legítimo e informal y prácticas que, por su escala, ya entran en el terreno de la ilegalidad. “No estamos hablando de una amiga que vive en la esquina y cuida a 15 niños sin licencia; eso es ilegal. Hablamos de abuelas que cuidan a su nieto y quizá a un vecino, lo cual es perfectamente legal”, aclaró.

Tanto Renew como Fisher coinciden en que, si bien hay iniciativas que están intentando abordar estas carencias, los esfuerzos deben trascender lo local. “Vemos que estas acciones ayudan a aumentar la oferta y satisfacer la demanda”, concluyó Fisher. “Pero necesitamos verlas a nivel nacional”.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © USDA

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