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Cómo los juguetes contribuyen a crear la identidad infantil

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Shanicia Boswell recordaba con claridad los cajones de juguetes de su infancia en el sur de Georgia. "Mis amigas tenían Barbies bailarinas blancas y muñecas rubias con trenzas", relataba. En sus estantes, libros sobre niños blancos felices que jugaban con grandes perros rojos. Para una niña negra creciendo en los años noventa, esta ausencia de referentes dejaba una marca profunda: "Sabía que mi color de piel era diferente y muchas veces me preguntaba por qué no veía más personas que se parecieran a mí".

Esta experiencia personal la llevó a reflexionar años después, ya como madre, sobre el papel crucial de los juguetes en la construcción identitaria. "Quiero que los juguetes de mi hija reflejen el mundo real", explicaba Boswell. Una postura que encuentra respaldo en la psicología infantil. Ann-Louise Lockhart, psicóloga pediátrica, señalaba que "los niños aprenden, interactúan, crecen y construyen su entendimiento del mundo a través del juego. Aprenden sobre las relaciones sociales y familiares incluyendo cómo relacionarse e interactuar con otros".

Las investigaciones citadas revelan que los niños toman conciencia de las diferencias raciales desde los tres años, y que often reproducen en sus juegos las dinámicas sociales que observan. Un experimento histórico de los psicólogos Kenneth B. y Mamie P. Clark en los años cuarenta demostró cómo los niños negros internalizaban estereotipos raciales cuando se les preguntaba sobre muñecos de diferentes colores de piel. La mayoría atribuía características positivas a los muñecos blancos y negativas a los negros.

Frente a este panorama, especialistas proponen estrategias concretas para diversificar el juego. Yelitsa Jean-Charles, fundadora de Healthy Root Dolls, creó su empresa precisamente para representar la diversidad actual en los juguetes. Más allá de los muñecos, Lockhart sugería que "a través del juego los niños pueden experimentar con sus miradas del mundo, luego desmantelar ese mundo, construir nuevos mundos y volver a ponerlos a prueba". El juego de roles se presenta como herramienta particularmente valiosa.

Kira Hudson Banks, psicóloga con veinte años de experiencia, explicaba que estos espacios permiten "conversaciones lideradas por niños, donde se sienten cómodos para hacer preguntas y explorar temas sobre raza y cultura". Para ello, añadía, "los adultos debemos estar dispuestos a confiar en la inteligencia de nuestros niños. Sabemos que entienden la dinámica de la opresión desde el preescolar".

Las artes visuales ofrecen otro camino. La introducción de artistas diversos como Kehinde Wiley, Amy Sherald o Vik Muniz puede ampliar el horizonte cultural y generar conversaciones sobre diferentes realidades sociales. De manera similar, la danza y la música permiten explorar culturas a través del movimiento y el sonido. "Bailá 20 minutos por día con tus hijos y discutí lo que quiera sobre la música que están bailando", proponía Boswell.

El lenguaje constituye otra dimensión crucial, aunque Patricia Nunley, especialista en desarrollo infantil, advertía sobre su complejidad: "El idioma está directamente ligado a la cultura. Los niños tienen que poder apreciar la cultura para poder apreciar verdaderamente otro idioma".

La diversidad, concluía el artículo, trasciende la raza para abarcar identidad de género, capacidades diferentes, credos y edades. El proceso de diversificar el juego no debería ser estresante sino disfrutable, donde "los niños deberían sentirse dignificados y honrados durante el proceso de aprender la diversidad". Al reconocer las diferencias, se descubren las similitudes que subyacen a toda experiencia humana.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Mikhail Nilov

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