
Cómo la maternidad cambia a las mujeres: Hallazgos sobre su impacto en el cuerpo, la mente y los vínculos
publisher
mcora
La experiencia de la maternidad desencadena transformaciones que van más allá de lo visible. Una serie de investigaciones recientes exploran cómo los comportamientos, los cambios fisiológicos y las dinámicas emocionales de las madres influyen tanto en su propia salud como en el desarrollo de sus hijos, con efectos que pueden prolongarse durante décadas, cuenta PsyPost.
Un estudio publicado en Scientific Reports, titulado "Motherhood is linked to long-lasting changes in brain structure", reveló que las madres presentan mayor densidad de materia gris en regiones vinculadas al procesamiento emocional y cognitivo, incluso años después del parto.
Estas modificaciones, ausentes en padres, sugieren que el embarazo activa mecanismos biológicos únicos. Complementando esto, una investigación en Nature Neuroscience —la más amplia en su tipo— detectó que el cerebro de madres primerizas reduce su volumen durante la gestación, pero recupera y aumenta su espesor cortical posparto, especialmente en áreas relacionadas con la empatía y la atención. "Estos cambios podrían preparar a las mujeres para las exigencias del cuidado infantil", señalan los autores.
El microbioma materno también juega un rol. Un experimento con ratones en Molecular Metabolism demostró que la bacteria Bifidobacterium breve, presente en el intestino durante el embarazo, potenció el metabolismo cerebral y el crecimiento neuronal en fetos. Aunque se requieren estudios en humanos, el hallazgo abre preguntas sobre cómo la salud intestinal materna afecta el neurodesarrollo prenatal.
Estrés y carga mental: impactos en el cuidado
La carga cognitiva de planificar tareas domésticas —denominada "mental load" en el estudio "The invisible mental burden of motherhood affects well-being"— se asoció con mayores niveles de depresión y agotamiento en madres, incluso cuando las responsabilidades físicas se compartían. Este factor, según la investigación publicada en Archives of Women’s Mental Health, suele ser invisibilizado, pero tiene un peso crítico en el bienestar.
El estrés hormonal también altera las respuestas cerebrales. Según Psychoneuroendocrinology, madres con niveles elevados de cortisol mostraron menor actividad en zonas cerebrales clave al escuchar el llanto de sus bebés, lo que se tradujo en interacciones más intrusivas durante el juego. "El estrés posparto no solo afecta a la madre: puede interferir en su capacidad para interpretar las necesidades del hijo", advierte el texto.
Vínculos que moldean el desarrollo infantil
El contacto físico temprano tiene efectos duraderos. Revisiones científicas citadas en "A mother’s touch fosters emotional, cognitive, and social development" indican que el piel con piel mejora la regulación térmica y el sueño en recién nacidos, además de reducir la mortalidad en prematuros. Para las madres, esta práctica disminuyó síntomas de depresión posparto.
La sensibilidad emocional materna también es crucial. Según Developmental Science, bebés cuyas madres mostraron mayor calidez durante el juego tuvieron respuestas cerebrales más intensas ante expresiones de felicidad, específicamente en la corteza prefrontal dorsolateral, zona vinculada a la regulación emocional. "Estas interacciones no solo previenen daños: construyen resiliencia", subraya el estudio.
En tanto, "Supportive mothers may boost children’s intelligence through age 10" —publicado en Intelligence— halló que la estimulación cognitiva y el apoyo emocional maternos en los primeros tres años de vida correlacionan con mayores puntajes en pruebas de inteligencia hasta los 10 años. La ventaja, aunque modesta, podría influir en oportunidades académicas futuras.
Huellas en la vida adulta y en las relaciones
La calidez materna deja marcas en la personalidad. Según American Psychologist, niños que recibieron más afecto desarrollaron rasgos como apertura y conciencia en la adultez, incluso al comparar gemelos idénticos. "El ambiente emocional en la infancia no solo evita traumas: define quiénes somos", concluyen los autores.
Curiosamente, los sistemas biológicos del apego materno podrían ser la base del amor romántico. Una teoría en Frontiers in Psychology propone que ambas experiencias comparten circuitos cerebrales de oxitocina y dopamina. "El impulso de proteger a un hijo y la pasión romántica quizás emergieron de los mismos mecanismos evolutivos", sugiere la investigación.
Altruismo arraigado en el cerebro
Un experimento en Social Cognitive and Affective Neuroscience reveló que las madres se esfuerzan más por obtener recompensas para sus hijos que para sí mismas, con mayor actividad neuronal en zonas de motivación. "Priorizar el bienestar infantil sobre el propio no es solo cultural: está codificado a nivel biológico", explican los investigadores.
Estos hallazgos, en conjunto, pintan un panorama donde la maternidad opera como un fenómeno multifacético: remodela cerebros, redefine prioridades y teje vínculos cuyos efectos trascienden generaciones. Lejos de mitificarla, la ciencia la revela como un proceso complejo, donde el apoyo social y el acceso a recursos sanitarios resultan decisivos para el bienestar dual de madres e hijos.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Helena Lopes-Pexels
Comentarios