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Cinco cambios que la ciencia ha introducido en el cuidado infantil

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La crianza nunca ha sido tarea sencilla, pero en la era actual se enfrenta a desafíos particulares. Los padres primerizos deben aprender a descifrar el significado del llanto de su bebé mientras toman innumerables decisiones diarias que parecen cargarse de consecuencias. En este panorama surgen preguntas, muchas preguntas, que a menudo se ven exacerbadas por la abundancia de información contradictoria en internet.

El doctor David Hill, pediatra con más de veinticinco años de experiencia y padre de cinco hijos en una familia ensamblada, se ha convertido en esa voz serena que muchos padres necesitan. Como editor médico asociado del libro "Caring for Your Baby and Young Child: Birth to Age 5" de la Academia Americana de Pediatría y copresentador del podcast "Pediatrics On Call", Hill insiste en la importancia de establecer una relación de confianza con el pediatra. "La gente viene a verme con información de internet todo el tiempo", comenta. "Esa confianza es lo que nos guiará a través de este pantano de desinformación y mala información que existe actualmente".

A lo largo de su carrera, Hill ha sido testigo de cómo bebés que atendió al principio de su ejercicio profesional se han convertido en padres. Paralelamente, ha observado cómo la ciencia del cuidado infantil ha evolucionado de manera radical. "Lo que les digo a estos nuevos padres a veces es completamente opuesto a lo que dije cuando ellos eran bebés", reconoce.

La revolución del sueño seguro

Uno de los cambios más significativos ocurrió en 1994, justo cuando Hill terminaba la escuela de medicina. Ese año, el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano lanzó la campaña "Back to Sleep", que instaba a los padres a poner a los bebés a dormir boca arriba. Hasta entonces, la recomendación médica había sido exactamente la contraria: colocar al bebé boca abajo para evitar aspiración.

Pero los cambios no se detuvieron ahí. En 2011, la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor de EE. UU. prohibió las cunas con laterales abatibles, y en 2019 advirtió contra los dormidores inclinados. La Ley de Sueño Seguro para Bebés, promulgada en 2022, prohibió directamente la venta de cunas con laterales abatibles y protectores de cuna que potencialmente podrían asfixiar a los lactantes.

Las estadísticas respaldan estas medidas: en 1990 se registraban 154 muertes infantiles súbitas e inesperadas por cada 100,000 bebés, cifra que disminuyó un 44% hasta alcanzar un mínimo de 86 en 2011. Aunque este número ha aumentado ligeramente a 100 por cada 100,000 en 2022, Hill enfatiza que "muchas de estas muertes aún podrían prevenirse siguiendo todas las pautas de sueño seguro, incluido no solo colocar a los bebés boca arriba para dormir, sino nunca dormir juntos y evitar la ropa de cama blanda".

Un giro radical en las alergias alimentarias

Las recomendaciones sobre prevención de alergias alimentarias experimentaron una transformación completa. Hill recuerda vívidamente cómo en 2015 tuvo que buscar en todos los cajones de su consultorio folletos desactualizados sobre alimentación infantil que, de ser seguidos por los padres, podrían aumentar el riesgo de que los bebés desarrollaran alergias alimentarias potencialmente mortales.

"Estos folletos decían a los padres que evitaran dar a sus bebés y niños pequeños cualquier cosa que contuviera maní o huevos hasta que cumplieran al menos 2 años, incluso 3 si tenían eccema o antecedentes familiares de alergias", explica. Pero en 2015, los resultados del estudio LEAP confirmaron lo que algunos estudios anteriores habían sugerido: "¡Que no era la exposición temprana al maní lo que había causado la duplicación de las alergias al maní en la década anterior, sino el consejo en estos folletos!".

La nueva recomendación, radicalmente opuesta, insta a los padres y cuidadores a introducir productos que contengan maní y huevos junto con otros alimentos sólidos durante el primer año de vida, tan pronto como los bebés puedan tomar sólidos de manera segura, generalmente alrededor de los 6 meses de edad. La evitación completa de alérgenos potenciales aparentemente dejó sus sistemas inmunológicos hipersensibles cuando finalmente los encontraron más tarde.

La simplificación del cuidado del cordón umbilical

El tratamiento del cordón umbilical experimentó una notable simplificación. Antes se aplicaba un colorante púrpura "triple" antiséptico que resultaba particularmente complicado para los médicos. La recomendación actual en países y comunidades con buenos recursos es dejar que el cordón se seque por sí solo, manteniendo una observación cuidadosa.

"El propósito del tinte era prevenir infecciones potencialmente peligrosas del cordón umbilical y los tejidos circundantes (onfalitis)", señala Hill. "Luego, algunas almas valientes, tal vez hartas de sus facturas de limpieza en seco, decidieron ver qué pasaría si usábamos alcohol en lugar del tinte. Resultó que... nada".

El siguiente paso fue simplemente dejar que el cordón se secara por sí solo, teniendo cuidado de no atraparlo en un pañal mojado o sucio durante perí prolongados y evitando remojarlo en la hora del baño. Hill advierte que algunos factores de riesgo conocidos para la onfalitis incluyen "bajo peso al nacer, ruptura prolongada de membranas o trabajo de parto prolongado, infección materna, parto no estéril o parto en el hogar, y cuidado impropio del cordón". Su recomendación es clara: "Si ve que la piel alrededor del ombligo se enrojece o nota una secreción inusualmente fétida, haga que revisen a su bebé".

La expansión de la protección vacunal

El calendario de vacunación para lactantes y niños se ha actualizado continuamente a medida que nuevas vacunas ofrecen una protección mejorada contra los flagelos de la infancia. Hill proviene de una familia de pediatras—su padre también ejerció la profesión—y creció escuchando historias terribles de bebés que sufrían meningitis y sepsis. "Mi padre siempre estaba corriendo al hospital para realizar punciones lumbares", recuerda.

Este panorama comenzó a cambiar en 1985, cuando salió al mercado una vacuna contra Haemophilus influenzae B, una de las infecciones más temidas de la infancia. "Durante mi formación y al principio de mi carrera, vi infecciones terribles por otra bacteria, la neumonía neumocócica. Estas infecciones se volvieron mucho más raras en 2000, cuando salió la primera vacuna neumocócica para niños", relata Hill. "Desde entonces, esa vacuna se ha expandido de cubrir siete subtipos de neumococo a cubrir hasta 23".

Recientemente, Hill ha sido testigo de cómo otra infección infantil que temía, el VRS o virus respiratorio sincitial, disminuye en frecuencia y gravedad gracias tanto a las vacunas para mujeres embarazadas como a las inyecciones de anticuerpos para bebés.

Un cambio paradigmático en la atención pediátrica

Quizás la transformación más profunda implica un cambio radical en la forma en que los pediatras conciben la salud y el bienestar. Hill identifica un punto de inflexión crucial en 1998, el año en que comenzó a ejercer y cuando se publicó el Estudio de Experiencias Adversas en la Infancia (ACEs, por sus siglas en inglés).

"Mucha gente había notado que los eventos traumáticos en la infancia... parecían impactar la salud posterior", explica Hill. "El Estudio ACE midió y cuantificó el alcance y la duración de estos efectos, y los resultados fueron más dramáticos y duraderos de lo que anyone había imaginado".

Una explosión de investigación siguió a este estudio, lo que llevó a un nuevo enfoque en pediatría. "Cada niño enfrenta eventos estresantes, algunos lo suficientemente graves como para afectar su salud. Pero las relaciones seguras, estables y enriquecedoras que los niños construyen con los adultos que los rodean pueden protegerlos", explica. "Comprender estas interacciones inspira la atención informada sobre trauma, un esfuerzo por trabajar con las familias para abordar el estrés en sus vidas y construir esas conexiones emocionales que pueden ayudar a sus hijos a prosperar".

Bajo este enfoque, los pediatras pasaron de preguntar "¿Qué te pasa?" a preguntar "¿Qué te pasó y cómo podemos ayudar?". Hill señala que "un concepto clave aquí es el 'padre lo suficientemente bueno'. Ningún padre es perfecto, pero no se requiere perfección para ser seguro, estable y enriquecedor". Como padre él mismo, Hill confiesa que este pensamiento "me hace suspirar aliviado".

Esta evolución en el cuidado pediátrico refleja no solo avances científicos, sino también una comprensión más matizada de la complejidad del desarrollo infantil y las múltiples dimensiones que conforman la salud integral de los niños.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © SELF Magazine

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