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Amaya Ascunce: ¿Cómo hacer que los hijos lean?

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Lucia

La periodista y escritora Amaya Ascunce, escribió este interesante texto en la revista Elle sobre cómo en su familia se ha promovido la lectura

infantil:

Mi hija ha leído Verano. No el libro, si no la palabra: «Ve-rra-no», dijo despacio. «¡Verano!¡Como cuando vamos de vacaciones a la playa!», gritó. Lo vivimos como un milagro. Por primera vez en su vida, leía. A partir de ese momento, es como si su cerebro hubiera hecho un clic:

«¡Oso!». «¡Tarta!». «¡Casa!». Pinchó en colibrí, pero es que colibrí es una palabra muy difícil. Disfrutó mucho con ¡pedo! porque no hay niño que no valore esa palabra. Celebramos cada una que lee. Me faltan brazos, exclamaciones y enhorabuenas. Hago muecas. Río. Ella ríe más y se siente orgullosa. «Cuéntaselo a la abuela», dice. Y no es para menos.

Aprender las letras, su forma, relacionarlas con sonidos y luego con ideas abstractas es uno de los aprendizajes más complejos de la vida, más útiles, y para algunos, como yo, más placenteros.

Mis padres hicieron de la lectura un juego. Tuve libros de mi tamaño, libros de juguete, libros mágicos, de adivinanzas, de poemas... Tuve libros de adulto siendo pequeña. Me prometían regalarme libros de Los tres investigadores si me leía un clásico en versión infantil. Leíamos juntos los cómics de El pequeño País y siempre había algún libro cerca en cualquier habitación de la casa. Leíamos cada noche y muchos domingos por la mañana. Les veía leer todo el rato... ¿Esto servirá? ¿Será suficiente? Adolfo Bioy Casares decía: «Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros». No sé cómo se hace para que los hijos lean, pero me encantaría tener ese superpoder.

Contagiarle el gusto por asomarse a las vidas que yo he vivido gracias a los libros. La empatía que me han cultivado esas historias. Los miedos que he podido enfrentar a la vez que comprendía los miedos de otros. La compañía cuando creía que era la única en el mundo que se sentía así. La risa, también, en la risa de otros y la tristeza o la pena. Incluso el placer de leer por primera vez la palabra culo. Esa nos falta todavía.

Estoy deseando celebrarla como merece, la palabra y mi hija leyendo.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Bing IG

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