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Alimentos que pueden ayudar a proteger a tus niños de la miopía

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En los parques infantiles, las aulas escolares y los pasillos de las consultas oftalmológicas, un cambio silencioso pero constante se está produciendo: cada vez más niños necesitan gafas para corregir su visión.

Lo que antes era una excepción se está convirtiendo en una realidad común, confirmada por estudios científicos que trazan una curva ascendente en los diagnósticos de miopía infantil.

Un estudio publicado en septiembre de 2024 en el British Journal of Ophthalmology analizó datos desde 1990 hasta 2023 y proyectó que la prevalencia de miopía alcanzará el 36,59 por ciento para 2040 y el 39,80 por ciento para 2050. Estas cifras adquieren mayor dimensión cuando el International Myopia Institute las traduce a números absolutos: estiman que para 2050, casi 5 mil millones de personas en el mundo vivirán con miopía, y de ellas, 1 mil millones con alta miopía.

El doctor Rohan Dedhia, cirujano de retina, cataratas y refractivo del hospital Ojas Maxivision Eye Hospital, explica las causas detrás de este incremento. "La exposición digital creciente, la reducción de actividades al aire libre y la presión académica que lleva a los niños a estudiar hasta tarde bajo una luz nocturna inadecuada" figuran entre los principales factores.

Frente a este panorama, la nutrición emerge como una herramienta de prevención accesible. "Una alimentación óptima fortalece la retina, regula el crecimiento de los ojos y promueve el retraso en la aparición o progresión de la miopía", señala Dedhia. "Proporcionar a los niños una dieta saludable durante la primera infancia puede ayudar a minimizar la posibilidad de dificultades visuales y fomentar el bienestar ocular general".

El especialista detalla cinco nutrientes esenciales que los padres deberían incorporar en la alimentación de sus hijos: La vitamina A, fundamental para la salud retinal, forma parte de la rodopsina, una proteína que permite ver con poca luz. Su deficiencia puede causar ceguera nocturna, xerosis corneal y mayor riesgo de infecciones. Se encuentra en zanahorias, batatas, vegetales de hoja verde, calabazas, mangos y leche fortificada.

Los ácidos grasos omega-3, particularmente el DHA, son componentes estructurales de las células fotorreceptoras de la retina. Promueven la fluidez de las membranas celulares, facilitando la comunicación entre el ojo y el cerebro, y combaten la inflamación y el estrés oxidativo. El salmón, las sardinas, la caballa, las nueces, las semillas de lino y chía, y los suplementos de aceite de algas son fuentes ricas en estos compuestos.

La vitamina D, reguladora del crecimiento ocular, previene la elongación excesiva del ojo. Su insuficiencia se ha relacionado con mayores tasas de miopía. Además de la exposición solar controlada, se obtiene de leche fortificada, yemas de huevo, hongos y suplementos clínicamente aprobados.

La luteína y zeaxantina, carotenoides concentrados en la mácula, actúan como antioxidantes naturales y filtros de luz azul, cada vez más necesarios en la era de pantallas digitales. Protegen la salud macular y reducen la fatiga visual. Espinacas, col rizada, brócoli, maíz, guisantes y yemas de huevo son buenas fuentes.

El zinc, finalmente, juega un papel crucial en el transporte de vitamina A desde el hígado hasta la retina para la producción de melanina, pigmento protector. Legumbres, frijoles, nueces, semillas, aves, carnes magras y lácteos aportan este mineral esencial.

"Si bien los genes y el estilo de vida definitivamente juegan un papel en el desarrollo de la miopía en los niños", aclara el doctor Dedhia, "la dieta es la 'variable modificable' que los padres pueden controlar".

En un mundo donde las pantallas dominan el panorama visual infantil, la alimentación consciente se convierte en una primera línea de defensa para preservar la salud ocular de las generaciones más jóvenes.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © PXHere

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