Niños mimados vs niños felices
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Lucia
Hay padres que piensan que para que sus niños sean felices deben ser mimados y consentidos. Los expertos en psicología y comportamiento lo niegan, y sostienen -como leemos en Etapa Infantil- que hay una diferencia notable entre ser feliz y estar mimado/a.
La empatía marca la diferencia
Un niño feliz es un niño empático, un niño que sabe ponerse en la piel de los demás y mostrar compasión en todo momento. Los niños felices siempre se prestan a ayudar a los demás y no buscan la manera de dificultar la vida a las demás personas de su entorno.
Es fácil ver un niño que comparte sus juguetes, que ayuda a los compañeros de la clase con sus tareas y que siempre defiende a aquellos que más lo necesitan. Por el contrario, un niño que siempre está rivalizando y que propicia situaciones poco favorables para conseguir lo que quiere es un niño mimado que, a la larga, puede presentar otros problemas comportamentales.
Felicidad y comprensión vs. tiranía y frustración
Además de ser empáticos, los niños felices son, al fin y al cabo, felices. Están contentos y satisfechos con lo que tienen y no ansían lo que poseen los demás. Así mismo, son niños comprensivos y pacientes con los que es bastante fácil hablar.
Aquí, la diferencia es claramente observable: un niño feliz no hará un berrinche cuando no se le pueda comprar algo que le gusta y se le expliquen los motivos. Por el contrario, el niño mimado no tendrá en cuenta las razones que se le exponen ante esta negativa y, por ende, reaccionará impulsivamente.
Variedad de valores y serenidad
Cuando hablamos de educar a los niños, hay muchísimos conceptos que nos vienen a la mente. Los padres se esfuerzan, día tras día, para ofrecerles un entorno favorable y enriquecedor, lleno de experiencias que les sirvan para ir adquiriendo e interiorizando valores como la amistad, la honestidad, la empatía y la compasión. Los niños mimados son los que muestran cómo estos valores han sido interiorizados y los usan en su día a día. Por el contrario, un niño mimado carece de la mayoría de estos valores, siendo el egocentrismo la característica más observable en su personalidad.
Peticiones o exigencias
Por último, es importante destacar que los niños felices hacen peticiones a sus padres. Pueden pedirles que les compren algo o que los lleven a algún sitio, pero nunca será exigencias. Esto quiere decir que, ante la negativa de los padres, estos podrán comprender los motivos y aceptarlos. Sin embargo, los niños mimados no suelen pedir las cosas, sino que suelen exigirlas. Esta conducta, lejos de ayudarles, fomenta comportamientos agresivos, los cuales pueden ser muy perjudiciales en su desarrollo. Un niño que siempre hace exigencias y responde agresivamente cuando no consigue lo que quiere, puede convertirse en un adulto con muy pocas relaciones sanas. Así mismo, en su edad adulta, estos niños serán impulsivos, algo que les llevará a tomar decisiones precipitadas y poco favorables a su persona.
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¿Cómo cambiar los patrones de un niño mimado?
Si nos damos cuenta de que nuestro hijo puede estar mimado, lo mejor es corregir esta actitud en él. Sin embargo, los padres son los que tienen el papel más importante en este cambio: deben establecer límites y no ceder en ningún momento.
Establecer límites y normas nunca es fácil, pues los niños pequeños pueden no entenderlos bien y, obviamente, les cuesta aceptar cierto grado de autoridad. ¿A quién no? Sin embargo, a medida que el niño va creciendo, esta dificultad crece con él. Por este motivo, las técnicas para establecer límites a ciertas edades cambian un poco.
Asertividad y consistencia: ser asertivos y consistentes a la hora de establecer límites es algo necesario a todas las edades; sin embargo, con los niños mayores, aún más. Por este motivo, los padres deben mantenerse unidos y muy firmes ante cualquier rabieta o berrinche de los niños. Del mismo modo, nunca deben caer en el chantaje emocional.
Refuerzos positivos y negativos: mientras que, en los niños de corta edad, el refuerzo positivo suele funcionar muy bien, con los niños mayores es necesario aplicarlo juntamente con el refuerzo negativo. Así, los padres pueden “premiar” las buenas conductas, pero también deberán retirar premios cada vez que las conductas negativas se repitan.
Conseguir cambiar el comportamiento de un niño mimado no es algo que se logre en poco tiempo. Es importante tener mucha paciencia y ser estrictos con el cumplimiento de los límites y las normas establecidas.
Sin embargo, ser estrictos no significa dejar de lado las muestras de cariño y afecto, pues, al final, un niño mimado sigue siendo niño.
Los niños felices suelen tener una gran cantidad de habilidades sociales que les permiten disfrutar de todo cuanto tienen y de aquellos que les rodean. Por el contrario, los niños mimados suelen ser los más infelices, con elevados niveles de frustración y exigencias hacia los demás.
Photo: © Allan Mas / Pexels
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