Precauciones a la hora de introducir en casa a un perro (y II)
En La Nación la veterinaria Alicia Barreto hizo sus recomendaciones sobre las precauciones que las familias debemos tener a la hora de introducir una perra o perro en caso, teniendo niños pequeños. Sabemos que los niños y los perros muchas veces tienen una relación especial de amor y apego. Incluso algunos se aman de tal forma que construyen una amistad que dura toda la vida del perro, y que el niño recordará por el resto de su vida.
Buenas pautas de convivencia
¿Cómo lograr acariciar, tocar los juguetes o la comida del perro sin recibir a cambio un gruñido o un mordisco? Estas son algunas pautas.
El animal debe comer solo y alejado de los miembros de la familia, y en lo posible en un horario no coincidente
Hay que ignorar sus demandas de atención en el momento que se producen, como “dándole el gusto”, es preferible acariciarlo y jugar con él cuando él no nos lo solicita. Toda interacción sucede cuando el humano comienza la acción, no cuando el perro lo demanda.
Debe dormir en un lugar periférico de la vivienda, no debe ser un lugar de paso, no debe ser el área donde se entra o se sale
Cuando hace alguna travesura, o muestra dientes, hay que retarlo diciéndole un “no” firme, en una postura corporal semi inclinada, gesto de enojo, con palabras breves, sin acorralarlo, dirigiendo la vista al lomo del animal.
No se recomienda castigar, si ofrecerle premios cuando “se porta bien”. Esto genera un reforzamiento positivo de lo que consideramos buen comportamiento
Sería conveniente un ambiente enriquecido con juguetes para perros, u otro compañero canino, o de otra especie para fortalecer una buena socialización
En el juego que establezcamos con él, el perro al final no debería quedarse con el juguete.
Cuando llega un bebé a la casa, no hay que cambiar ninguna de las costumbres que se hayan tenido hasta este momento. Es al revés, las costumbres tienen que modificarse antes de que llegue el bebé. De otro modo, ellos interpretan que por culpa “del bebé” los están segregando. Y ahí es donde se pueden producir situaciones de agresividad hacia los niños que después terminan a veces de forma dramática. Un ejemplo de lo que suele suceder. Llega el bebé, la familia saca al perro al patio, lo atan, se siente desplazado y apunta toda su agresividad, aunque no se note, a esa personita que llegó. Eso es lo que hay que evitar por todos los medios. El aislamiento social (patio eterno) provoca una situación de déficit que cuando se libera genera conductas bruscas y por ello vuelve al encierro. Y esto se convierte en un círculo vicioso de agresividad.
Los comportamientos del perro dependen en promedio en un 20% de su herencia y en un 80% de los aprendizajes. El fin es que el animal no vaya adquiriendo con el tiempo actitudes agresivas que podrían poner en peligro la integridad de nuestros niños. Es importante prevenir estas situaciones de la manera sugerida, para que la relación de amor entre nuestro perrito y nuestros niños se convierta en una aventura inolvidable para el resto de la vida.
Photo: © Pedro Ribeiro Simões / wikimedia
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