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Descubren una señal cerebral clave que predice la fluidez lectora en niños

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En las aulas de la Synapse School, una institución educativa del área de la Bahía, sesenta y ocho niños y adolescentes entre ocho y quince años participaron en un estudio que buscaba descifrar los misterios neurales detrás del desarrollo de la lectura. La investigación, publicada en la revista "Developmental Cognitive Neuroscience", surgió de una colaboración inusual entre educadores y neurocientíficos del Stanford Educational Neuroscience Initiative (SENSI).

Bruce D. McCandliss, profesor de Neurociencia Educativa en la Escuela de Graduados en Educación de Stanford y autor principal del estudio, explicó los orígenes del proyecto: "Esta investigación emergió de una asociación única entre una escuela innovadora K-8 y nuestra iniciativa de neurociencia educativa. Comenzó con una serie de discusiones entre profesores e investigadores para encontrar sinergias entre mis objetivos de investigación a largo plazo y los temas que los educadores consideraban más significativos".

Los educadores plantearon requisitos prácticos que moldearon el diseño del estudio. "Los profesores enfatizaron la importancia de protocolos breves suficientes para que los estudiantes completaran dentro de un único período de clase", relató McCandliss. "Como equipo científico, tomamos esto como un desafío de diseño y creamos enfoques innovadores que requerían solo unos minutos de recolección de datos para cada medida".

Durante las sesiones, los niños realizaron pruebas estandarizadas de lectura mientras se monitorizaba su actividad cerebral mediante electroencefalografía (EEG). La técnica utilizada, conocida como Potenciales Visuales Evocados de Estado Estable, presentaba estímulos visuales en un ritmo preciso de tres elementos por segundo. Estos incluían palabras reales, pseudopalabras formadas por letras mezcladas y secuencias de símbolos abstractos llamados pseudofuentes.

El análisis se centró en lo que los investigadores denominan "latencia cortical" - el tiempo que tarda la información en viajar desde los ojos hasta las regiones cerebrales que procesan formas de palabras. Esta medición, calculada en milisegundos, demostró ser notablemente consistente para cada niño, independientemente de que estuvieran viendo palabras reales o símbolos abstractos.

Los hallazgos revelaron conexiones significativas entre la velocidad de procesamiento neural y las habilidades de lectura. Los niños con latencias corticales más cortas, indicando procesamiento más rápido, tendían a obtener puntuaciones más altas en pruebas de eficiencia de lectura de palabras individuales y comprensión lectora de oraciones.

Además, los niños mayores generalmente mostraron latencias más cortas que los más jóvenes, sugiriendo que este proceso neural se vuelve más eficiente con la edad y la experiencia.

"Tu cerebro opera en múltiples escalas de tiempo simultáneamente", explicó McCandliss. "Podrías estar consciente de cómo tus pensamientos o sentimientos cambian de un momento a otro, pero también hay muchas escalas de tiempo más rápidas, como el tiempo que tarda la información en llegar desde tu ojo hasta los cálculos que enrutan información a la parte de tu cerebro que puede reconocer palabras".

La relación entre la velocidad neural y la fluidez lectora parece estar mediada por la rapidez en el reconocimiento de palabras individuales. Un procesamiento visual más rápido facilitaría el reconocimiento automático de palabras, liberando recursos cognitivos para concentrarse en la comprensión de oraciones y párrafos completos.

Uno de los aspectos más prometedores del estudio fue la confiabilidad de las mediciones a nivel individual. "Literalmente no teníamos idea de qué tan bien esto podría funcionar a nivel individual", admitió McCandliss.

Los resultados superaron las expectativas, mostrando una señal precisa y confiable para cada participante.

El investigador destacó las implicaciones prácticas: "Debido a que colaboramos con una escuela en el diseño y realización de este estudio, sabemos que ahora podemos medir esta velocidad neural con una precisión y confiabilidad increíbles, como un mecánico midiendo las chispas en el carburador de un auto, en casi todos los niños escolarizados, dentro de las escuelas, sin perderse más que una sola clase".

Sin embargo, McCandliss señaló limitaciones importantes. El diseño correlacional del estudio no permite establecer causalidad: aún no está claro si el procesamiento más rápido causa una lectura más proficiente, o si la práctica extensiva de lectura conduce a respuestas neurales más eficientes.

"Encontrar un 'vínculo' entre las medidas de la latencia cortical de un niño y el rendimiento académico en lectura es realmente solo el comienzo para desentrañar la dinámica de cómo se desarrolla esta relación", afirmó McCandliss. "Esto exige nuevos estudios que exploren tanto cómo el compromiso creciente con la lectura cambia el tiempo neural como cómo las diferencias en el tiempo neural pueden influir en la experiencia de la lectura fluida".

El equipo de investigación planea expandir estos hallazgos hacia poblaciones con desafíos específicos de aprendizaje, incluyendo dislexia del desarrollo, problemas de atención y trastornos del espectro autista.

También buscan determinar si esta respuesta neural rápida es específica del lenguaje escrito o se extiende a otras categorías visuales complejas que el cerebro especializa en procesar, como los rostros.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Parkwood Clinic

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