
El cabello infantil puede dar pistas sobre su estado mental
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En la rutina diaria, el peinado de un niño puede pasar desapercibido, un simple reflejo de la prisa matutina o de una preferencia personal. Sin embargo, la ciencia comienza a indagar en lo que una hebra de cabello puede revelar que va más allá de lo visible. Un estudio reciente de la Universidad de Waterloo sugiere que la composición química del cabello podría contener pistas valiosas sobre el bienestar mental, especialmente en poblaciones vulnerables, leemos en Psychology Today.
La investigación se centró en un grupo específico: 244 niños canadienses, de entre 2 y 16 años, que viven con una enfermedad física crónica. Esta población, que ha ido en aumento, enfrenta un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas de salud mental en comparación con los niños sin estas condiciones médicas. Durante cuatro años, los investigadores hicieron un seguimiento de estos menores, analizando un marcador biológico particular: la concentración de cortisol en el cabello (HCC, por sus siglas en inglés). El cortisol es la hormona del estrés que el cuerpo libera de forma natural en situaciones de tensión sostenida. A diferencia de las mediciones tradicionales mediante muestras de saliva o sangre, el análisis del cabello ofrece una forma menos invasiva de evaluar los niveles de esta hormona a lo largo del tiempo.
El seguimiento permitió identificar tres patrones distintos en la evolución del cortisol. Algunos niños presentaban un nivel inicialmente alto que luego disminuía, otros mantenían un nivel consistentemente alto, y un tercer grupo mostraba un nivel consistentemente bajo. El hallazgo más llamativo fue que más de dos tercios de los niños estudiados entraban en la categoría de cortisol consistentemente alto. Y lo que es más significativo, estos mismos niños exhibían tasas más elevadas de problemas de salud mental, como síntomas de depresión y ansiedad, en comparación con aquellos cuyos niveles de cortisol no se mantenían altos de forma constante.
Por el contrario, los participantes cuyos niveles de cortisol en el cabello mostraban un descenso –pasando de alto a bajo– tenían menos probabilidades de presentar síntomas de problemas de comportamiento, depresión o ansiedad que los otros grupos. Esto sugiere que la trayectoria de la hormona del estrés podría ser tan importante como su nivel en un momento dado.
La pregunta que subyace es qué causa estos patrones. La investigación no determina si el alto nivel de cortisol es resultado de experiencias vitales estresantes, de procesos psicológicos que hacen que algunos niños sean menos capaces de manejar el estrés sin sufrir un costo físico, o de una susceptibilidad genética. Pero el resultado práctico es el mismo: la concentración de cortisol en el cabello de un niño podría actuar como un posible indicador predictivo de su bienestar futuro.
Queda por explorar si estos hallazgos son aplicables a los niños que no padecen una enfermedad física crónica, una cuestión que futuras investigaciones deberán resolver. Sin embargo, el potencial es claro: la posibilidad de utilizar un método sencillo y no invasivo, como el análisis de una hebra de cabello, para ayudar a identificar de manera temprana a los niños en riesgo de sufrir problemas de salud mental, abre una vía prometedora. Se vislumbra un futuro en el que este procedimiento podría complementar las evaluaciones tradicionales, ofreciendo una herramienta más para apoyar a los más vulnerables.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Nicola Barts
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