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La obsesión proteica en la dieta infantil: ¿necesidad real o marketing?

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En los últimos años, la obsesión por el consumo de proteínas ha permeado incluso la alimentación infantil, llevando a muchos padres a preocuparse por si sus hijos reciben suficiente cantidad de este nutriente. Sin embargo, la evidencia científica sugiere que la mayoría de los niños ya obtienen más que suficiente proteína a través de su dieta habitual, sin necesidad de recurrir a alimentos fortificados o suplementos.

Los requerimientos proteicos en la infancia son proporcionalmente más altos que en la edad adulta debido al rápido crecimiento y desarrollo.

Los bebés menores de un año necesitan entre 12 y 15 gramos diarios, mientras que entre uno y tres años la recomendación se mantiene en alrededor de 15 gramos. A medida que crecen, las necesidades aumentan gradualmente: de 20 gramos entre cuatro y seis años, hasta 28 gramos entre seis y diez años. Durante la adolescencia, las recomendaciones varían según el sexo, situándose entre 46 gramos para chicas y 52 gramos para chicos de 14 a 18 años.

Estas necesidades pueden cubrirse fácilmente con una dieta equilibrada.

Un vaso de leche (240 ml) o media taza de lentejas aportan aproximadamente 8 gramos de proteína, un huevo o una rebanada de queso unos 6 gramos, y 100 gramos de yogur griego o 40 gramos de pollo contienen alrededor de 10 gramos. Incluso alimentos no tradicionalmente asociados con las proteínas, como la pasta (5g/100g), el arroz (3g/100g) o el pan (2g/rebanada), contribuyen significativamente a la ingesta total.

La preocupación excesiva por el consumo proteico puede generar estrés en las comidas y afectar negativamente la relación del niño con la alimentación a largo plazo. Además, centrarse exclusivamente en las proteínas podría llevar al descuido de otros nutrientes esenciales, como la fibra de frutas y verduras, crucial para la salud intestinal y la prevención de problemas como el estreñimiento.

Investigaciones recientes indican que las dietas altas en proteínas animales se asocian con ganancia excesiva de peso en la infancia. Aunque los efectos específicos del exceso proteico en niños requieren más estudio, en adultos se ha relacionado con problemas renales, hepáticos y de densidad ósea.

Los expertos recomiendan confiar en una alimentación variada y equilibrada, en lugar de recurrir a productos fortificados o suplementos proteicos. "A menos que el niño sea extremadamente selectivo con la comida, es improbable que sea necesario contar meticulosamente su ingesta proteica diaria", señalan los nutricionistas. La clave está en ofrecer diversos grupos alimenticios que proporcionen tanto macronutrientes como micronutrientes esenciales para el desarrollo integral, sin caer en obsesiones nutricionales que puedan alterar el equilibrio natural de la dieta infantil.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Easy-Peasy

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