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Niños violentos en primera infancia: ¿Cómo actuar?

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Lucia

Cuando los niños aún no saben hablar, a menudo recurren a la fuerza para expresar su disgusto, lo que puede llevarlos a golpear a otros niños. Es importante que los padres intervengan para controlar estas agresiones y enseñarles a gestionar sus emociones, dice Padres e Hijos.

Fabiana Martin, terapeuta ocupacional, explica que es crucial identificar las causas de este comportamiento para aplicar las herramientas adecuadas. Según Martin, existen seis grandes grupos de causas:

     Falta de lenguaje: "Pegar y empujar es un comportamiento completamente normal en la primera infancia", asegura Martin. Si un niño pequeño no puede comunicarse bien, puede reaccionar con rabia al no poder expresar sus emociones. Este comportamiento es parte del desarrollo normal, pero debería disminuir a medida que el niño aprende a hablar.

     Comunicación fallida: Si el niño es mayor pero aún tiene dificultades para comunicarse, puede experimentar emociones intensas como rabia o frustración y reaccionar con agresividad.

     Necesidad de guía: Algunos niños no saben cómo integrarse en juegos con otros niños y pueden golpear o empujar para llamar la atención.

Estos niños necesitan más estructura y guía en sus interacciones.

     Ambiente en casa: Los niños que viven en hogares con conflictos o violencia pueden reflejar estas conductas agresivas hacia otros.

     Consumo de contenido violento: Ver películas o videojuegos violentos puede llevar a los niños a imitar ese comportamiento.

     Sistema propioceptivo: Algunos niños necesitan liberar fuerza física y, al no saber cómo, lo hacen empujando a otros. Esto puede estar relacionado con niveles altos de estrés y ansiedad.

Para abordar este comportamiento, Martin sugiere varias herramientas

prácticas:

     Examinar la causa: Identificar qué está provocando la conducta agresiva.

     Considerar la edad: La madurez del cerebro varía con la edad, y no se puede esperar lo mismo de un niño de dos años que de uno de cinco.

     Hablar con el niño sobre la situación: Aplicar una crianza respetuosa, con límites amorosos pero firmes.

     Validar la emoción: Reconocer los sentimientos del niño y ofrecer alternativas para expresar su rabia.

     Ayudar a través del movimiento: Reducir el estrés y la ansiedad del niño con actividades físicas como caminar, saltar en un trampolín, o jugar a jalar la cuerda.

     Reconocer su cuerpo: Si el niño está muy desregulado, darle un descanso o alejarlo de situaciones estresantes.

Es importante intervenir a tiempo para evitar que el niño se convierta en un agresor o "bully". Ayudarle a controlar su agresividad y mejorar su comportamiento es esencial para su desarrollo emocional y social.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Bing IG

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