
Videojuegos infantiles: Guía completa para padres en entornos digitales complejos
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En muchos hogares, el videojuego se ha vuelto una presencia constante. Ya sea en consolas, móviles o plataformas inmersivas como la realidad virtual (VR) o la realidad aumentada (AR), es probable que los niños quieran jugar, estén jugando o hablen de videojuegos con insistencia.
Para madres, padres y personas adultas a cargo, la necesidad de entender este entorno se ha vuelto tan relevante como aprender a proteger a los niños en el mundo físico. La industria del videojuego se ha diversificado a tal punto que ya no se trata simplemente de evitar títulos explícitamente violentos o sexuales.
Las amenazas actuales son más sutiles y complejas: publicidad dirigida, sistemas de recompensa que incitan al gasto, funciones de chat abiertas con desconocidos, contenidos generados por otros usuarios, o inteligencia artificial que simula conversaciones con los jugadores.
Existen herramientas de orientación como las calificaciones de edad del Entertainment Software Rating Board (ESRB) o las reseñas de plataformas como Common Sense Media. Pero los expertos advierten que, si bien estas referencias son un buen punto de partida, no sustituyen el conocimiento directo del contenido. Las actualizaciones frecuentes de los juegos, la presencia de anuncios invasivos o el contenido creado por otros usuarios pueden alterar completamente la experiencia original contemplada por la clasificación oficial.
Ver videos de partidas en YouTube, buscar en línea combinaciones del tipo "nombre del juego + apto para niños", o leer las reseñas en la App Store o Google Play son prácticas cada vez más comunes entre adultos que intentan filtrar lo que sus hijos consumen.
Controles parentales: posibilidades y limitaciones
La mayoría de las plataformas ofrecen controles parentales, pero su efectividad depende de cuánto sepan los adultos sobre su existencia y uso. En consolas como Nintendo, PlayStation o servicios como Steam, es posible bloquear juegos según la edad recomendada, establecer límites de tiempo o restringir la capacidad de interactuar con otros jugadores.
Algunas funciones permiten evitar que se realicen compras dentro del juego sin autorización. Muchos títulos, incluso los destinados a niños, fomentan el uso de dinero real para obtener monedas virtuales, objetos estéticos, niveles extra o ventajas competitivas. Si el perfil de juego de un menor está vinculado a una tarjeta de crédito, es importante configurar el requerimiento de contraseña o incluso establecer un límite de gasto.
Otro aspecto sensible es la geolocalización. Algunos juegos de móviles integran el entorno físico del jugador en la dinámica del juego, lo que puede suponer un riesgo si la ubicación se comparte sin control. Dispositivos Android e iOS permiten desactivar el acceso a esta información.
Conviene prestar atención a la publicidad dentro de los videojuegos. Muchos títulos gratuitos están cargados de anuncios. Y los más pequeños, especialmente si presentan condiciones como el TDAH o el autismo, pueden tener dificultades para distinguir entre lo que es parte del juego y lo que es una estrategia de marketing.
Plataformas como Apple Screen Time, Google Family Link o las configuraciones del propio router de casa ofrecen opciones para establecer franjas horarias y límites de uso. Aun así, los mecanismos tecnológicos no eliminan la necesidad de supervisión constante y diálogo con los menores.
Las configuraciones automáticas no sustituyen la conversación. Los adultos deben hablar con los niños sobre qué juegos están permitidos, por qué, y qué comportamientos son aceptables. Establecer acuerdos claros como no compartir información personal —nombre completo, dirección, colegio, actividades programadas—, es básico. También lo es abordar de forma directa temas delicados como los contenidos sexuales o las interacciones inadecuadas con adultos que fingen ser menores.
Se recomienda acordar qué actividades no deberían ser desplazadas por el tiempo frente a la pantalla: dormir, comer juntos, salir al aire libre o hacer deberes. También es fundamental enseñar a los niños a identificar cuándo deben pedir ayuda: si alguien les insulta, les pide datos personales, o les sugiere cambiar de plataforma para seguir hablando.
Una función poco explorada por algunos padres es la de bloquear o reportar jugadores. La mayoría de las plataformas permiten silenciar o denunciar a otros usuarios, y los niños deben saber cómo utilizar estas opciones. Plataformas como Xbox, PlayStation o apps como Discord incluyen estas herramientas, aunque no siempre están a la vista.
Realidad virtual y aumentada: nuevos desafíos
Con el auge de las tecnologías inmersivas, los videojuegos han adoptado formas más envolventes. En la realidad virtual, el jugador se coloca un visor y entra en un entorno tridimensional completamente distinto al espacio físico. En la realidad aumentada, lo que se visualiza combina elementos reales y virtuales en tiempo real.
Ambas experiencias ofrecen una profundidad de inmersión que puede afectar emocional y psicológicamente a los menores. Algunos niños experimentan tristeza o decepción al volver al mundo real. Otros pueden sufrir fatiga visual o mareos. En estos casos, los adultos deben prestar atención al tiempo de juego, preparar un entorno seguro y supervisar las reacciones físicas y emocionales después de cada sesión.
El contenido en estos juegos también puede incluir lenguaje agresivo o conductas disruptivas provenientes de otros usuarios. Las mismas reglas de precaución aplican aquí, pero con una vigilancia más estricta debido a la intensidad sensorial que estas experiencias provocan.
Uno de los puntos clave es que ninguna herramienta digital sustituye la presencia activa de los adultos. Jugar con los niños, ver a qué juegan, con quién interactúan, qué reglas sigue el juego, qué anuncios aparecen, y cómo se sienten después de jugar, es mucho más efectivo que configurar filtros sin acompañamiento.
Además, los videojuegos pueden ser una oportunidad de conexión familiar. Organizar partidas compartidas, invitar a amigos a jugar en casa o comentar estrategias en conjunto permite integrar el juego en la dinámica familiar sin aislarlo ni demonizarlo.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Gustavo Fring-Pexels
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