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Vacaciones de verano con menos pantallas

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Las vacaciones de verano ya no se parecen a las de décadas pasadas. En lugar de pasar horas bajo el sol en una piscina o jugando con amigos en la calle, muchos niños y niñas prefieren estar frente a una pantalla.

Teléfonos móviles, tabletas, consolas y ordenadores se han convertido en parte central de su tiempo libre. Esta transformación en los hábitos de juego plantea desafíos importantes para madres y padres que intentan encontrar un equilibrio entre el tiempo digital, la actividad física, la interacción social y otras formas de entretenimiento más tradicionales.

La psicóloga infantil Randy Kulman ha propuesto el concepto de una “dieta de juego equilibrada” como una estrategia útil para estructurar el tiempo libre de los más jóvenes, especialmente durante el verano. Su recomendación es clara: está bien permitir un incremento en el tiempo frente a pantallas durante las vacaciones —hasta un 50% más, en su opinión— siempre que haya también un aumento proporcional en otras actividades que estimulen la creatividad, la actividad física y la socialización.

“Las vacaciones son una oportunidad para que los niños jueguen más, y el juego digital, sobre todo cuando es social, puede ser la forma actual de conectarse con amigos y familiares”, explica Kulman. Pero aclara que este tiempo debe ir acompañado de otras formas de juego igualmente valiosas: actividades al aire libre, lectura, juegos sin estructura y proyectos creativos.

Para implementar esta dieta de juego, recomienda que los adultos establezcan desde el principio que el tiempo adicional frente a las pantallas es una decisión suya, no un derecho adquirido. También sugiere que los niños participen en la planificación de su rutina veraniega y que comprendan por qué es importante incluir actividades sin pantallas.

“Entender el valor del tiempo fuera de la pantalla ayuda a que los niños lo interioricen, no solo lo acaten porque lo dijo papá o mamá”, señala.

Los adolescentes y preadolescentes pueden incluso participar en las decisiones sobre los límites diarios de uso de dispositivos. Para los más pequeños, se puede establecer una rutina con horarios concretos para el uso de pantallas. De este modo, se evitan conflictos y se reduce la ansiedad asociada a la retirada súbita de los dispositivos.

Otra estrategia útil, según Kulman, es el sistema de recompensas. Propone una proporción de 4 a 1: por cada cuatro unidades de tiempo en actividades sin pantalla, se gana una unidad de tiempo con pantalla.

“Por ejemplo, si tu hijo lee una hora, puede tener 15 minutos de juego digital. Si pasa cuatro horas jugando al aire libre, gana una hora frente a la pantalla”. Las tareas pueden variar: cocinar, ordenar su habitación, aprender algo nuevo, hacer manualidades o simplemente jugar con sus hermanos.

Sin embargo, para que esto funcione, es fundamental que las actividades alternativas sean atractivas. Ir a un parque cercano, hacer un picnic con amigos, ayudar en la cocina, visitar a los abuelos o incluso ir juntos al supermercado para elegir ingredientes y cocinar pueden ser propuestas viables y estimulantes. “Hay que entusiasmarles con el tiempo sin pantallas. Que lo vean como algo deseado y no como una imposición”.

Kulman también insiste en que las vacaciones ofrecen una gran oportunidad para que los niños desarrollen nuevas aficiones. “Con tanto tiempo libre, pueden salir de su rutina diaria y probar cosas distintas”. Los campamentos de verano —ya sean deportivos, artísticos, religiosos, de naturaleza o de informática— son espacios que permiten explorar nuevas pasiones. A excepción de los tecnológicos, estos entornos también facilitan el alejamiento temporal de las pantallas.

Para quienes no pueden enviar a sus hijos a campamentos, la clave está en diseñar un plan estructurado y variado. El peligro, recuerda la psicóloga, es que las pantallas están presentes desde que el niño se despierta hasta que se acuesta. Sin una planificación previa, el verano puede convertirse en una sucesión interminable de horas frente a dispositivos.

La propuesta también incluye una llamada de atención a los propios adultos. “Los niños imitan lo que ven. Si los padres están siempre con el móvil en la mano, difícilmente podrán pedir otra cosa a sus hijos”.

Por eso, Kulman sugiere que las familias también adopten una dieta equilibrada de juego. Actividades como paseos diarios, jardinería, cocinar en familia o pasar tiempo en la playa pueden convertirse en una forma de modelar conductas saludables.

La creación de esta dieta no debe entenderse como una cruzada contra la tecnología. “No se trata de declarar la guerra a las pantallas, sino de ofrecer una experiencia equilibrada para toda la familia”. El objetivo es que el verano no solo sea un periodo de descanso, sino también un tiempo de crecimiento, de descubrimientos personales y de fortalecimiento de vínculos.

Una dieta de juego equilibrada, bien comunicada y acompañada por el ejemplo adulto, no solo contribuye al bienestar inmediato de los niños.

También deja una enseñanza duradera: que la diversión no tiene por qué depender exclusivamente de una pantalla y que el tiempo libre puede ser una fuente de recuerdos significativos, aprendizajes y conexiones reales.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Martin Wippel-Flickr

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