Primeros alimentos sólidos (saludables) para los bebés
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Lucia
Tras la lactancia natural, que como mínimo debe prologarse en sus primeros seis meses de vida, el bebé puede empezar a recibir otros alimentos. A partir de ese momento se recomienda ir introduciendo poco a poco los diferentes alimentos, siempre teniendo en cuenta la capacidad digestiva del pequeño y su nivel de desarrollo. De hecho, debes considerar que un bebé recién nacido tolera apenas unos 20 ml, pero a lo largo del primer año su capacidad gástrica aumenta hasta los 200 ml, lo cual hace que coma más y con mayor frecuencia, dice Nutrición Saludable.
En todo caso, es recomendable que introduzcas los nuevos alimentos uno a uno y esperes al menos tres días antes de pasar al siguiente porque de esta forma, si aparece alguna reacción alérgica, como sarpullido, gases, diarrea o vómitos, podrás detectarla y eliminar ese alimento de la dieta.
¿Qué puede y qué no debe comer el bebé?
1. Las frutas. La alimentación complementaria suele comenzar introduciendo papillas de frutas, las cuales le aportarán una dosis extra de vitaminas. Al principio se recomienda apostar solo por la pera y la manzana. Luego puedes ir introduciendo nuevos sabores, como la banana y la ciruela, para educar su paladar.
Una excelente apuesta son los arándanos azules ya que esta fruta contiene una gran cantidad de antocianinas, que son beneficiosas para el desarrollo visual y cerebral del bebé. Más adelante, cuando introduzcas alimentos sólidos, puedes probar con las ciruelas pasas ya que estas ayudan a aliviar el estreñimiento, uno de los principales problemas cuando comienza la alimentación sólida. Se recomienda hacerlas puré, mezclándolas con un puré de manzanas o con cereales.
Otras frutas es mejor evitarlas, al menos hasta que el niño cumpla su primer año, como los nísperos, el melocotón, el albaricoque y la fresa ya que son más alergénicas. También debes evitar añadir azúcar a los zumos y papillas.
2. Los cereales. Algunos pediatras aconsejan introducir los cereales antes que las frutas, otros recomiendan lo inverso. En todo caso, jamás se deben introducir en la dieta antes de los 4 meses de edad. De hecho, al inicio debes apostar por los cereales libres de gluten, como el maíz, el arroz y el mijo. De esta forma evitas posibles intolerancias.
A partir de los 7 meses, si todo va bien, puedes empezar a mezclar e introducir otros cereales. Considera que los cereales aportan una gran energía, así como proteínas y minerales. Además, al contener carbohidratos de absorción lenta permiten espaciar más las tomas.
Para preparar las papillas puedes utilizar leche, aunque lo más recomendable es que las prepares en casa. No solo ahorrarás sino que tendrás la certeza de que le estás dando alimentos naturales a tu bebé.
Ten en cuenta que algunos de los preparados multicereales contienen sustancias innecesarias, como la miel, que aumenta las probabilidades de que el bebé sufra caries.
3. Los lácteos. Cuando comienza la alimentación complementaria, la leche debe seguir teniendo un rol protagónico. Lo mejor es seguir apostando por la leche materna, pero si no es posible, puedes recurrir a la leche de fórmula ya que la leche de vaca no se recomienda hasta el año. De hecho, existen diferentes leches de fórmula, algunas contienen probióticos y prebióticos para facilitar la digestión y fortalecer las defensas del organismo. También hay leches especiales para combatir el reflujo o hipoalergénicas. Si no sabes cuál elegir, échale un vistazo a las leches de fórmula más saludables.
En el octavo mes puedes introducir los derivados lácteos, pero en pequeñas cantidades y jamás como sustitución de la leche. El yogurt favorece el tránsito intestinal y la absorción del calcio, aunque también puedes apostar por el queso fresco, no se recomienda el curado hasta que el niño sea mayor. En todo caso, es importante que se trate de yogures naturales, sin azúcar y con bifidobacterias, que son menos ácidos.
4. Las verduras y hortalizas. A partir de los 6 meses los bebés pueden comer prácticamente todo tipo de verduras y hortalizas, preferentemente aderezadas con aceite de oliva o mezcladas con otros alimentos, como el arroz. La calabaza, por ejemplo, es rica en vitamina A y C y generalmente tiene un sabor muy agradable para los bebés por lo que la aceptan bien en su dieta. También puedes introducir las patatas, las judías y las zanahorias.
No obstante, es recomendable evitar los alimentos ricos en nitratos ya que estos pueden oxidar la hemoglobina, produciendo metahemoglobina, una hemoproteína que no transporta el oxígeno hasta los tejidos y causa lo que se conoce como “síndrome del niño azul”, un trastorno que puede llegar a tener consecuencias graves. Los alimentos que no se deben incluir en la dieta infantil hasta después del primer año son: las acelgas, las espinacas, el nabo y las remolachas.
5. Las carnes. Una vez que el bebé ha aceptado sin problemas las frutas, las verduras y los cereales, se puede pasar a la carne. De hecho, estas aportan les aportan las proteínas necesarias para el crecimiento, contribuyen a fortalecer las defensas del organismo e intervienen en la regeneración de los tejidos, además de ayudar a combatir la anemia e intervenir en la formación del sistema nervioso.
Lo ideal es comenzar con las carnes blancas ya que contienen menos grasa, poco colesterol y son menos alergénicas. Puedes incluir el pavo, el pollo y el conejo, preferentemente las pechugas y los muslos, siempre sin piel. La ternera y el cerdo se deben introducir más adelante, a partir de los 9 meses, aunque algunos pediatras sugieren esperar hasta que el bebé cumpla el año.
Photo: © Negative Space
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