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Estrés infantil puede provocar dolencias dentales
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Los desórdenes temporomandibulares (DTM) en niños y adolescentes representan un desafío para los especialistas en odontología y cirugía oral. Según explica la Dra. Cristina Maza Muela, especialista en cirugía oral y maxilofacial del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, es fundamental diferenciar entre los DTM congénitos y aquellos que se desarrollan durante el crecimiento. "Debemos diferenciar los DTM que están presentes desde el nacimiento de los que se van desarrollando durante el crecimiento", señala la experta en Con Salud.
Los DTM congénitos suelen estar asociados a síndromes malformativos que afectan las estructuras faciales, incluidas las articulaciones temporomandibulares (ATM). "Estos síndromes se caracterizan por dar aspecto facial asimétrico con desviaciones del mentón y/o retrusión del mismo que pueden condicionar situaciones graves para la respiración y requerir intervenciones en los primeros días de vida", explica la Dra.
Maza. Por otro lado, cuando la patología aparece durante el crecimiento, los signos y síntomas varían significativamente. "Si existen defectos o excesos de crecimiento de las estructuras articulares, encontraremos una desviación del mentón lenta pero progresiva que además irá asociando cambios en la oclusión dental", añade.
En casos de patología articular, los pacientes pueden presentar "chasquidos preauriculares, dificultad de apertura, dolor o imposibilidad para realizar los movimientos mandibulares". Si el origen del DTM es muscular, "lo más frecuente es dolor facial, asociado o no a cefaleas, y sensación de limitación de la apertura máxima", detalla la especialista.
Las causas de los DTM en edades tempranas pueden dividirse en varios grupos según su origen. "Si durante el desarrollo se produce un exceso o defecto de crecimiento de los elementos presentes en la articulación, las causas pueden ser genéticas, el centro de crecimiento condilar ha dejado o ha comenzado a crecer a un ritmo que no debería. En algunos casos puede existir un antecedente de traumatismo facial que ha dañado la zona del centro de crecimiento o incluso algunas infecciones otomastoideas pueden ser las responsables del cuadro", explica la Dra. Maza.
En los casos de patología relacionada con el menisco articular, la causa suele radicar en hábitos que generan microtraumas repetitivos. "Morderse las uñas, morder objetos, succión digital, comer chicle... Todos estos hábitos van provocando posiciones anómalas de las estructuras", indica la especialista. Además, el proceso de recambio dentario puede ser un factor predisponente. "No debemos olvidar que un factor también principal durante las etapas de desarrollo es el cambio de la dentición, paso de decidua a permanente, que crea situación de inestabilidad oclusal que también pueden repercutir directamente en desestabilizar las ATMs y la posición interna de sus elementos", advierte la cirujana.
El estrés infantil también juega un papel relevante en el desarrollo de DTM. "Los periodos de estrés durante la infancia son frecuentes ya que la adaptación a los cambios también necesita su desarrollo biológico, y muchas veces la manifestación del estrés es el apretamiento de los dientes", explica la Dra. Maza. Este hábito, tanto nocturno como diurno, genera "contracturas de la musculatura masticatoria además de presión sobre las ATMs en desarrollo, que muchas veces no son capaces de adaptarse".
El diagnóstico y tratamiento precoz de los DTM en niños y adolescentes es fundamental para evitar complicaciones a largo plazo. La identificación temprana de signos como asimetrías faciales, alteraciones en la oclusión, dolor mandibular y limitaciones funcionales permite establecer estrategias terapéuticas adecuadas. El papel de los odontólogos y cirujanos maxilofaciales en el seguimiento y manejo de estos pacientes es clave para mejorar su calidad de vida y evitar secuelas permanentes en la articulación temporomandibular.
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