
El aprendizaje de idiomas en la infancia desarrolla habilidades cognitivas clave
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Mientras las escuelas en Estados Unidos priorizan las materias STEM —ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas— como pilares del desarrollo intelectual, un área menos promocionada está demostrando tener un impacto profundo en la capacidad cognitiva de los niños: el aprendizaje de lenguas extranjeras. Investigadores y educadores señalan que este proceso no solo enseña a comunicarse en otro idioma, sino que también fortalece funciones mentales como la concentración, la memoria y el razonamiento crítico.
Aprender un segundo idioma va más allá de memorizar reglas gramaticales o vocabulario. Según los expertos, se trata de un entrenamiento cerebral continuo que modifica la estructura y el funcionamiento de la mente. El hábito de alternar entre dos sistemas lingüísticos estimula la neuroplasticidad —la capacidad del cerebro para adaptarse— y mejora la agilidad mental.
"La práctica de conversación, los juegos interactivos y la exposición a medios en el idioma que se está aprendiendo refuerzan las conexiones neuronales", explican especialistas en pedagogía. Estas habilidades, desarrolladas en el aula, después se trasladan a otras áreas académicas y creativas.
Mayor capacidad de concentración y control ejecutivo
Manejar dos idiomas activa constantemente las funciones ejecutivas del cerebro, responsables de la planificación y el autocontrol. Los niños que aprenden otra lengua suelen mostrar una mayor capacidad para ignorar distracciones, cambiar entre tareas eficientemente y mantener la atención durante periodos prolongados.
"Esta disciplina mental se traduce en mejoras tangibles, como una mayor facilidad para organizar tareas escolares o resistir interrupciones en entornos cotidianos", señalan estudios realizados en escuelas con programas bilingües o de inmersión lingüística.
Memoria de trabajo más eficiente
Retener vocabulario, estructuras gramaticales y contextos culturales de dos idiomas ejercita la memoria de trabajo —el sistema cerebral que manipula información a corto plazo—. Esto permite a los estudiantes bilingües seguir instrucciones complejas, resolver problemas matemáticos con múltiples pasos y comprender textos densos con mayor facilidad.
"La ventaja no es solo lingüística; estos niños conectan ideas con más rapidez en todas las materias, desde las ciencias hasta la literatura", afirman investigadores. La habilidad para retener y procesar datos bajo presión también se ve reforzada.
Creatividad y flexibilidad mental
Al descubrir que una misma idea puede expresarse de distintas formas según el idioma, los niños desarrollan un pensamiento más flexible.
"Aprenden a abordar problemas desde ángulos inusuales y a considerar soluciones alternativas", explica un estudio publicado en Journal of Cognitive Development. Esta adaptabilidad, cultivada mediante el lenguaje, se aplica después a desafíos académicos y sociales.
Comprensión profunda del lenguaje
Los niños expuestos a dos idiomas suelen adquirir una conciencia metalingüística precoz: entienden intuitivamente cómo funcionan las estructuras del lenguaje. Identifican patrones gramaticales, perciben matices culturales en la comunicación y transfieren ese conocimiento para mejorar su dominio tanto de la lengua extranjera como de la materna.
"Este análisis lingüístico fomenta el razonamiento analítico y mejora la capacidad de expresión escrita y oral en todas las asignaturas", destacan educadores.
Más que una herramienta comunicativa
Los beneficios cognitivos del bilingüismo o multilingüismo temprano sugieren que los programas de idiomas en las escuelas no son solo una puerta a otras culturas, sino una inversión en habilidades mentales duraderas. "No se trata solo de hablar otra lengua; es preparar a los estudiantes para pensar de manera más crítica, creativa y eficiente", concluye un informe del Centro de Investigación en Neuroeducación.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Tima Miroshnichenko-Pexels
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