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Diagnósticos tempranos que opacan el autismo: un retraso con consecuencias

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Niños con trastorno del espectro autista (TEA) suelen recibir primero diagnósticos de TDAH o problemas de procesamiento sensorial, retrasando la identificación del autismo hasta que las exigencias sociales escolares aumentan. Un estudio publicado en Pediatrics y liderado por el Dr. Amir Miodovnik, del Boston Children’s Hospital, revela que aquellos a quienes se les diagnostica TDAH antes que TEA enfrentan un retraso promedio de tres años en la detección del autismo. Además, tienen 30 veces más probabilidades de ser diagnosticados después de los 6 años.

La Dra. Wendy Nash, psiquiatra infantil, explica que este fenómeno no siempre se debe a errores médicos: "Entre el 30% y 40% de los niños con TEA también tienen TDAH, y los problemas sensoriales son frecuentes en el espectro. Pero si nos detenemos ahí, perdemos la ventana crítica para intervenir en habilidades sociales". Catherine Lord, investigadora de la UCLA, coincide: "Muchos reciben terapia ocupacional o del habla durante años, pero no trabajan lo esencial: la interacción social".

¿Por qué se pasa por alto?

-Prioridad a pronósticos optimistas: "Los médicos prefieren tratar lo ‘manejable’ primero, como el TDAH, antes de abordar un diagnóstico complejo", señala Nash. Un ejemplo: atribuir la falta de contacto visual a la inatención en lugar de evaluar su uso en contextos sociales.

-Evaluaciones superficiales: La herramienta estándar para detectar TEA, la ADOS, requiere 30 minutos de observación más horas de entrevistas con padres. "En consultas breves, es difícil captar matices", admite Nash.

-Síntomas enmascarados: "El ‘TDAH severo’ a menudo es TEA no detectado", advierte la psiquiatra. La combinación de impulsividad y patrones repetitivos crea un "círculo vicioso" que confunde a profesionales.

-Sesgo en observaciones: El contacto visual o una sonrisa esporádica pueden llevar a descartar el TEA. "Lo determinante es cómo interactúan, no solo si lo hacen", aclara Nash.

Consecuencias de la demora

Miodovnik enfatiza que cada año sin diagnóstico reduce el acceso a terapias sociales tempranas, cruciales para el desarrollo. "Un niño con TEA que a los 3 años no recibe apoyo en comunicación no verbal tendrá más dificultades para hacer amigos a los 7", ejemplifica Lord.

Recomendaciones para familias

Nash insta a padres a buscar evaluaciones con especialistas en TEA —psiquiatras pediátricos, neurólogos o pediatras del desarrollo— si persisten dudas tras un diagnóstico inicial. "Empodérense. Si la explicación no calza con lo que ven en casa, busquen una segunda opinión. Esperar puede costar tiempo valioso".

El estudio subraya un dato clave: el 85% de los niños con TEA muestran señales antes de los 3 años, pero solo el 42% recibe evaluación especializada antes de los 5. Para Nash, el mensaje es claro: "No se trata de etiquetar, sino de dar herramientas. Un diagnóstico preciso abre puertas, no las cierra".

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Medium

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