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Cuando la primavera invita a mover el cuerpo: juegos que unen naturaleza y movimiento en la infancia

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La primavera trae consigo un impulso irreprimible en los más pequeños. Pies que no caben en los zapatos, manos que buscan palpar cada hoja nueva, miradas que siguen el vuelo de los insectos. En aulas y patios, educadores aprovechan este despertar estacional para transformar la energía en conexión con el entorno.

En un jardín de Maryland, un grupo de preescolares avanza en fila con los ojos cerrados. "Huele a tierra mojada", dice un niño. "Escucho un pájaro… ¡y mis pasos crujen!", añade una niña. Es el preludio de "Clasificación en movimiento", una actividad donde recolectan hojas, semillas y piñas para después ordenarlas en contenedores distribuidos por el aula. La maestra, inspirada en la guía "Trees & Me" del Proyecto Learning Tree (PLT), convierte el ejercicio en un mapa viviente: las bellotas van al rincón de la ventana, las hojas amarillas cerca de la pizarra. Mientras corren de un lado a otro, aprenden matemáticas con los pies.

El juego tradicional también se reinventa al aire libre. En una escuela de Oregon, el "Simón dice" se tiñe de savia y raíces. "¡Simón dice que crezcan como un roble!", y una veintena de brazos se elevan hacia el cielo. "¡Simón dice que sacudan sus ramas como con viento fuerte!", y las risas estallan entre contoneos. La clave, según una educadora, está en "usar lo que ya tienen alrededor: una piedra puede ser un nido, un charco un lago para saltar".

Para los días de lluvia, el yoga se adapta. En un centro de Texas, los niños imitan ranas en cuclillas o árboles balanceándose. Usan tarjetas ilustradas con posiciones como el "arcoíris lateral" —brazos extendidos en curva—, mientras la profesora recuerda: "No todas las postras son para todos, y está bien". La organización Pink Oatmeal ofrece materiales para estas secuencias, donde la flexibilidad física se mezcla con lecciones sobre metamorfosis de mariposas o fotosíntesis.

El ingenio transforma objetos cotidianos. Una sábana vieja deviene paracaídas de lluvia en manos de un grupo de Minnesota. "¡Sube la tormenta!", grita un niño, y el tejido ondea sobre sus cabezas. Luego se arrastran bajo él, convirtiéndolo en caparazón de tortuga. Cuando la tela cae, emergen como flores en un juego inspirado en la canción "Can You Plant a Bean", donde los movimientos aceleran al ritmo de la melodía.

La música estructura otras dinámicas. En "¿Qué hora es, señora Lechuza?", los niños avanzan hacia un árbol de cartón mientras preguntan la hora. Cuando la lechuza grita "¡Hora de comer!", escapan de sus garras imaginarias. Para evitar sobresaltos, algunas maestras modifican el final: "Quien sea atrapado, ¡se convierte en semilla dormida!", y los niños se acurrucan en el suelo hasta la próxima ronda.

Los cuentos saltan de las páginas a los senderos. Tras leer "Caperucita Roja", una clase de Colorado busca lobos entre los arbustos del parque local. Trepan por "puentes" (bancos), husmean "huellas" (marcas en el barro) y recolectan "pócimas" con pétalos. La guía PLT sugiere acompañar estos paseos con "Sonidos alrededor", ejercicio donde identifican ruidos naturales con los ojos vendados.

Hasta los juegos de mesa se exteriorizan. Con cinta de pintor, dibujan líneas en forma de raíces o copas arbóreas en el suelo. Los niños siguen los trazos como si fueran savia circulando, equilibrando brazos o saltando entre "ramas". Otra variante es el "Bingo safari": tarjetas con dibujos de corteza, hormigas o telarañas que deben marcar mientras exploran.

En el cierre de la jornada, el círculo musical refuerza conceptos. Cantan "Concentración 64", aplaudiendo al mencionar animales, mientras pasan un cono de pino como si fuera una patata caliente. O bailan alrededor de un "mayo" decorado con cintas, imitando tradiciones europeas que celebran el fin del invierno.

Estas actividades, más que simples juegos, tejen redes entre el desarrollo motor y la conciencia ecológica. Como señala una educadora de Vermont: "No se trata solo de gastar energía, sino de que sientan que su cuerpo es parte del paisaje". Cuando un niño imita el bamboleo de un árbol o protege un hormiguero durante el escondite, la primavera deja de ser una estación para convertirse en una experiencia corporal.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © YMCA of Fort Worth

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