
Cómo identificar y manejar la ansiedad infantil
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La ansiedad en niños puede manifestarse de formas menos evidentes que en adultos, lo que dificulta su identificación temprana. Según el psiquiatra infantil Daniel Gih, MD, reconocer los síntomas y establecer canales de comunicación abiertos son pasos fundamentales para ayudar a los menores que enfrentan este problema, leemos en NebraskaMed.
Señales de alerta
Entre los indicadores más frecuentes se incluyen:
-Evasión de actividades cotidianas como asistir a la escuela, reunirse con amigos o participar en eventos extracurriculares.
-Quejas recurrentes de dolores de cabeza o estómago sin causa médica aparente, vinculadas a la conexión cerebro-intestino.
-Cambios prolongados en el comportamiento o estado de ánimo, como irritabilidad o apatía durante semanas o meses.
-Expresiones de desesperanza o aburrimiento inusual.
-Experimentación temprana con alcohol u otras sustancias.
Estrategias de apoyo
El Dr. Gih enfatiza la importancia del diálogo constante: "La acción más sencilla es conversar regularmente con los hijos". Preguntar sobre su día, sus intereses o sus frustraciones permite detectar alteraciones emocionales. Dada la falta de tiempo en muchas familias, estos intercambios deben priorizarse.
También recomienda recopilar observaciones de otros adultos en el entorno del niño: profesores, entrenadores o cuidadores pueden aportar perspectivas valiosas sobre cambios en su conducta. "Mostrar interés genuino por cómo viven su rutina facilita entender lo que realmente están experimentando", agrega.
Cuándo buscar terapia
La intervención profesional debe considerarse cuando:
-El menor rechaza actividades básicas como ir al colegio.
-Su rendimiento académico disminuye sin explicación.
-Persisten síntomas físicos sin diagnóstico médico.
"La terapia es crucial cuando los niños no se sienten cómodos hablando con sus padres, especialmente si la ansiedad está relacionada con dinámicas familiares", explica Gih. Un terapeuta actúa como mediador neutral y puede identificar problemas que los padres pasan por alto.
El especialista aclara que este proceso requiere paciencia: "Los avances significativos suelen tardar entre dos y tres meses. Es similar a probar un medicamento: necesita tiempo para evaluar su efectividad".
Aunque algunos padres temen usar fármacos, Gih señala que, combinados con terapia, pueden ser herramientas eficaces. Desmiente creencias populares: "Los medicamentos no anulan la personalidad ni la creatividad. El objetivo es mejorar el funcionamiento integral del paciente".
La relación con el profesional tratante es clave: "Si aparece algún efecto secundario, poder ajustar el tratamiento de manera colaborativa hace la diferencia", agrega.
Suplementos y vitaminas son opciones que algunas familias exploran, pero el psiquiatra advierte sobre la falta de evidencia científica: "Deben consultar con un médico para evitar riesgos, como dosis excesivas o interacciones dañinas".
El rol del entorno
Construir una red de apoyo con educadores y profesionales de salud es esencial. "A menudo, los primeros en notar que algo anda mal son personas fuera del núcleo familiar", comenta Gih. Finalmente, subraya la necesidad de validar las emociones del niño: "Escuchar sin juzgar, aunque lo que diga sea doloroso, fortalece su seguridad emocional".
El manejo de la ansiedad infantil, concluye, depende de abordajes multifacéticos que equilibren comunicación, acompañamiento profesional y, cuando sea necesario, intervenciones médicas supervisadas.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Learning DNA
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