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Algunos consejos para mejorar la calidad del sueño infantil

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El momento de acostar a los niños puede convertirse en una batalla nocturna en muchos hogares, generando estrés tanto para los menores como para los adultos. Sin embargo, establecer hábitos saludables antes de dormir no solo facilita que los niños concilien el sueño, sino que también promueve un ambiente familiar más armonioso. El sueño es fundamental para el desarrollo físico y mental de los niños, y su calidad influye directamente en su bienestar y en el de toda la familia.

El sueño desempeña un papel crucial en el desarrollo de los niños. Durante el descanso, consolidan aprendizajes, fortalecen su sistema inmunológico y regulan sus emociones. Según la Asociación Española de Pediatría, las necesidades de sueño varían según la edad: los recién nacidos deben dormir entre 14 y 17 horas diarias, mientras que los bebés de hasta un año necesitan entre 12 y 15 horas. En la etapa preescolar, lo recomendable es entre 11 y 14 horas, y durante la edad escolar, entre 9 y 12 horas. En la adolescencia, aunque las necesidades disminuyen, lo ideal es dormir entre 8 y 10 horas cada noche.

No se trata solo de la cantidad de horas, sino también de la calidad del sueño. Un descanso insuficiente o fragmentado puede afectar el rendimiento académico, el comportamiento y el desarrollo físico de los niños. Además, la falta de sueño altera los niveles hormonales responsables del crecimiento y el metabolismo, lo que puede tener consecuencias a largo plazo.

Uno de los mayores enemigos del sueño infantil es el uso de pantallas antes de acostarse. La luz azul emitida por dispositivos como móviles, tabletas y televisores inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Esto hace que los niños tarden más en dormirse, tengan un descanso más ligero y se despierten varias veces durante la noche. Además, el contenido estimulante que suelen consumir antes de dormir aumenta la actividad cerebral, dificultando la transición al sueño profundo. Limitar el uso de pantallas en la última hora del día puede mejorar significativamente la calidad del descanso.

Cómo fomentar una buena higiene del sueño

Para que la hora de acostarse no se perciba como una obligación impuesta, es importante crear un ambiente propicio para el sueño. Una habitación tranquila, sin luces fuertes ni ruidos molestos, y con una temperatura adecuada, favorece un descanso profundo y reparador. Además, establecer rutinas relajantes antes de dormir es clave. Actividades como leer un cuento, tomar un baño tibio o escuchar música suave envían señales al cerebro para reducir la actividad y prepararse para el descanso.

También es recomendable evitar cenas copiosas, el consumo de bebidas estimulantes como refrescos con cafeína y la práctica de juegos excitantes en la última hora del día. En su lugar, es preferible optar por actividades que favorezcan la relajación y el cansancio natural, como juegos al aire libre o ejercicios moderados durante la tarde.

Involucrar a los niños en la creación de sus propias rutinas de sueño puede hacer que perciban la hora de acostarse como un momento especial y no como una imposición. Permitirles elegir sus peluches, el cuento que se leerá antes de dormir o incluso hablar con ellos sobre la importancia del descanso fomenta su independencia y responsabilidad. Del mismo modo, el despertar debe ser progresivo y agradable, evitando prisas y malos humores que rompan el equilibrio logrado durante la noche.

Gestión en habitaciones compartidas

En casos en los que los niños comparten habitación, es importante gestionar el sueño de manera equitativa. Aunque no todos los niños tienen la misma edad o duermen igual de bien, establecer rutinas comunes y respetar los espacios de cada uno puede contribuir a un ambiente más tranquilo.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Andrea Piacquadio / Pexels

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