
¿Pueden los niños todavía tener veranos aburridos?
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El aburrimiento que muchos adultos recuerdan de su infancia podría ser una especie en extinción. Anna North, periodista y autora, reflexiona en Vox sobre cómo han cambiado los veranos infantiles desde los años 90 hasta hoy, cuando muchos padres se debaten entre programar actividades o dejar que sus hijos experimenten el tedio creativo.
"Tuve mis buenos veranos noventeros", escribe North. "Andaba en bicicleta, leía libros y pasaba horas sin hacer nada específico".
Recuerda una anécdota que sus amigos repiten: la vez que la visitaron sin avisar y la encontraron mirando fijamente una pared. "Estaba pensando", aclara.
Hoy, como madre, North observa con interés el debate sobre si es posible replicar esa experiencia en 2025. Algunas familias están optando por menos campamentos y más tiempo libre, una tendencia que en redes sociales se etiqueta como "verano salvaje" o "verano podrido" (kid-rotting summer).
Las dos caras de la libertad estival
La idea tiene sus atractivos: el juego no estructurado fomenta la independencia y la autosuficiencia infantil, además de ahorrar costos en actividades programadas. Pero North se pregunta: "¿Qué harán exactamente con ese tiempo libre?"
La realidad es que el contexto social ha cambiado. Muchos vecindarios ya no tienen grupos de niños jugando en las calles hasta el anochecer. Los parques a menudo están vacíos. Y mientras los padres de los 90 enviaban a sus hijos afuera sin supervisión, hoy existen preocupaciones sobre seguridad que limitan esa libertad.
El aburrimiento como herramienta de desarrollo
Expertos en desarrollo infantil señalan que el aburrimiento cumple funciones importantes:
-Estimula la creatividad al obligar a los niños a inventar sus propias diversiones
-Fomenta la tolerancia a la frustración
-Permite procesos de introspección y autodescubrimiento
Sin embargo, en la era digital, el tedio rara vez llega a su etapa productiva. "Cuando un niño dice 'estoy aburrido', muchos padres entregan un dispositivo electrónico para solucionarlo inmediatamente", comenta un psicólogo infantil.
El desafío de equilibrar libertad y estructura
Algunas familias intentan encontrar un punto medio:
-Bloques de tiempo no estructurado, pero con límites de pantallas
-Materiales disponibles para juegos creativos (cajas, disfraces, artículos de arte)
-Espacios seguros donde los niños puedan explorar sin supervisión constante
North concluye con una reflexión: "Quizás el verdadero legado de los veranos de los 90 no sea la cantidad exacta de horas sin hacer nada, sino la capacidad de estar presente con uno mismo. Eso es lo que me gustaría transmitirle a mi hijo, aunque el mundo haya cambiado".
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Elias Ruiz Monserrat-Flickr
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