
Cómo mantener el equilibrio mental de los niños durante las vacaciones de verano
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Con el inicio de las vacaciones escolares, muchos padres se enfrentan al desafío de encontrar el balance adecuado entre actividad y descanso para sus hijos. Psicólogos y especialistas en desarrollo infantil señalan que la clave está en combinar movimiento, estructura y tiempo libre sin caer en horarios rígidos.
Los niños más pequeños suelen despertarse temprano y pueden adaptarse más fácilmente a rutinas establecidas por los adultos. Actividades sencillas como juegos, manualidades o paseos matutinos pueden ayudar a organizar su día. Sin embargo, las necesidades cambian cuando se trata de adolescentes.
La psicóloga clínica Christine Korol, profesora adjunta en el Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia Británica, explica que los adolescentes requieren alrededor de nueve horas y cuarenta y cinco minutos de sueño para sentirse descansados, algo que rara vez logran durante el año escolar. "Permitir que duerman más al inicio del verano es beneficioso, pero sin llegar a extremos como pasar todo el día en la cama", aclara.
El movimiento como aliado emocional
La actividad física juega un papel fundamental en la salud mental de los niños. No se trata necesariamente de deportes organizados o ejercicios intensos: un paseo en bicicleta, una caminata o incluso una visita a su librería favorita pueden mejorar su estado de ánimo. Korol denomina este efecto "activación conductual" y lo describe como una herramienta eficaz para combatir estados de ánimo bajos e incluso síntomas depresivos leves.
"Lo ideal es que los niños realicen al menos tres tipos de actividades diarias: una que les genere sensación de logro, otra que fomente la conexión social y una más centrada en el disfrute personal", sugiere la especialista.
Autoconocimiento a través del registro emocional
Algunos padres utilizan herramientas como diarios o aplicaciones móviles para ayudar a sus hijos a identificar cómo ciertas actividades influyen en su estado emocional. Plataformas como "How We Feel" permiten a los niños registrar sus emociones antes y después de diferentes acciones, fomentando así una mayor conciencia sobre su bienestar psicológico.
"Este tipo de ejercicios no solo desarrollan la inteligencia emocional, sino que también enseñan estrategias básicas de autocuidado", comenta Korol.
El valor del tiempo no estructurado
Aunque la tentación de llenar el verano con campamentos y actividades programadas es grande, los expertos advierten sobre la importancia de mantener espacios de ocio no dirigido. "El objetivo es que los niños terminen el día con esa sensación de 'cansancio positivo', producto de haber equilibrado actividad y reposo", explica la psicóloga.
Para los casos en que los menores se resisten a moverse, Korol recomienda optar por invitaciones más que por imposiciones. "Con los adolescentes funciona mejor presentar opciones y hacerlos partícipes de la planificación, en lugar de dar órdenes directas", señala. Actividades como el voluntariado o proyectos personales pueden ser alternativas atractivas para jóvenes, ya que combinan propósito práctico con desarrollo de habilidades.
El factor parental
Los especialistas recuerdan que el bienestar de los cuidadores es igualmente importante. Mantener una actitud positiva y evitar presiones innecesarias contribuye a crear un ambiente más relajado para toda la familia. "Cuando los padres están estresados por organizar el verano perfecto, esa ansiedad se transmite a los hijos", advierte Korol.
Con flexibilidad y planificación moderada, las vacaciones pueden convertirse en una oportunidad para reforzar tanto la salud física como emocional de niños y adolescentes, sin perder de vista que el descanso escolar existe precisamente para romper con las rutinas académicas. La receta, según los expertos, parece simple: estructura ligera, movimiento regular y espacio para el aburrimiento creativo.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Doug McLachlan
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