
La lucha contra adicciones digitales no puede atribuirse solo a padres o a educadores, debe ser objetivo social
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Jonathan Haidt, psicólogo social y autor del polémico libro "La generación ansiosa", ha encendido un debate global sobre el impacto de la tecnología en el desarrollo infantil. En una entrevista exclusiva con la BBC, el autor revela aspectos preocupantes de nuestra relación con las pantallas que siguen vigentes un año después de su publicación.
"Cuando comencé mi investigación, no anticipé la magnitud del problema", confiesa Haidt. "Pero lo que hemos descubierto es alarmante: los niños nacidos después de 1995 están mostrando niveles sin precedentes de ansiedad, depresión y fragilidad emocional". El psicólogo atribuye este fenómeno a lo que llama "la gran reubicación de la infancia", donde las experiencias vitales se han trasladado del mundo físico al digital.
Sobre la resistencia al cambio, Haidt es categórico: "No he encontrado un solo joven de la generación Z que defienda su adicción al teléfono.
Saben que es un problema, pero se sienten prisioneros del sistema. Como me dijo un adolescente: 'Es como si todos estuviéramos en una fiesta que odiamos, pero nadie se atreve a ser el primero en irse'".
El autor destaca el papel de las escuelas en esta batalla: "Los profesores llevaban años sufriendo en silencio. Imagina intentar enseñar historia mientras la mitad de tu clase está viendo TikTok o jugando Fortnite. Es una locura pedagógica". Sin embargo, celebra el creciente movimiento de escuelas que prohíben los teléfonos: "Los resultados son inmediatos. Los directores me cuentan que tras las primeras semanas de resistencia, los propios alumnos reconocen sentirse más presentes, más conectados con sus compañeros".
El libro "La generación ansiosa", de Jonathan Haidt, provocó una reflexión global sobre el uso del teléfono móvil en los niños cuando se publicó el año pasado, así que me puse en contacto con él para averiguar si sigue pensando que la niñez está en peligro por pasar demasiado tiempo frente a la pantalla.
"Los padres necesitan ayuda. Lo sé por experiencia. Es muy difícil lograr que los niños dejen de mirar pantallas cuando todos sus amigos están pegados a las suyas. Esta adicción exige una acción colectiva. En los días desde que hablé con Haidt, no he podido sacarme de la cabeza una cosa que me dijo. "No he conocido a ningún miembro de la generación Z que esté en negación y diga: 'No, nos encantan los teléfonos, los teléfonos son buenos para nosotros'", me dijo Haidt. "Todos ven lo que está pasando, pero se sienten atrapados".
Al analizar las causas profundas del problema, Haidt dibuja un panorama social complejo: "En los 90 ocurrió algo paradójico. Las madres, aunque trabajaban más horas que nunca, comenzaron a dedicar más tiempo activo a la crianza que sus propias madres. Este perfeccionismo parental creó una bomba de tiempo emocional".
El autor cita un dato revelador: "Entre 1985 y 2015, el tiempo que las madres dedicaban a actividades interactivas con sus hijos (leer, jugar, hablar) aumentó en un 50%, a pesar de trabajar más fuera del hogar. ¿El resultado? Padres exhaustos que encontraron en las pantallas un respiro temporal, pero que se convirtió en una adicción crónica".
Sobre las soluciones, Haidt es contundente: "No podemos esperar a que las grandes tecnológicas actúen con ética. Su modelo de negocio depende de la adicción infantil. Necesitamos regulaciones estrictas, como las que tenemos para el alcohol o el tabaco". Propone cuatro medidas urgentes:
-Prohibición de smartphones antes de los 14 años: "El cerebro adolescente no está preparado para el bombardeo constante de dopamina que proporcionan estas plataformas".
-Redes sociales solo a partir de los 16: "Instagram y TikTok son como darle whisky a un niño de 10 años. Destruyen su autoestima y capacidad de concentración".
-Escuelas 100% libres de teléfonos: "No basta con apagarlos. Deben quedarse en casa o en casilleros cerrados".
-Más juego libre sin supervisión: "Los niños necesitan aburrirse, pelearse y reconciliarse. Así se construye la resiliencia".
Haidt concluye con un mensaje esperanzador pero realista: "Estamos a tiempo de corregir el rumbo, pero debemos actuar ya. Cada año que perdemos, perdemos una nueva generación. La infancia no es un ensayo general: es el fundamento de toda una vida".
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Axios
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